martes, 6 de julio de 2010

Revelaciones del Sexto Sol

Revelaciones del Sexto Sol

¡El Sagrado Caracol Suena en los Cuatro Angulos del Mundo!

Primer Equinoccio, Año 1993

México.

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A manera de prólogo:

Todo sucedió en torno al gran equinoccio celebrado en Teotihuacan el Domingo 21 de marzo de 1993. De su proximidad nos llegaron voces y místicos rumores, que se fueron aclarando hasta convertirse en un evidente llamado que concluyó con nuestra presencia en La Ciudad de Los Dioses, Ramón Thomassiny (LUZRA) nos había reunido para conducirnos ese día a la Pirámide del Sol, no sin antes advertirnos que se trataba de un acontecimiento, cuya importancia y magnitud, no podríamos comprender del todo, pero que se aclararía mas tarde. El Sol saldría cerca de las 7:00 A.M. y el principal requisito era estar a la hora clave para recibirlo. Con anticipación al evento, nos habíamos preparado pasando por una iniciación, un periodo de estudio, de meditación y sobre todo de una toma de conciencia con respecto al Sol y a sus misterios.

El sábado, justo un día antes de la celebración, LUZRA nos obsequió una pequeña piedra blanca, que el llamó la "piedrita del sol". El símbolo, nos dijo, del nuevo Sol que recibiríamos al día siguiente.

Conocí al maestro LUZRA hace algunos meses. Reconozco que al principio acudí a él mas que nada por curiosidad. Posteriormente, y poco a poco, su conocimiento me inundó: Me había abierto los ojos a la luz del Sexto Sol, la luz en la que nos vimos inmersos aquel memorable día.

Fermín Sobrino (LUZFE)

13 de mayo de 1993.

¡ REVELACIONES EN TEOTIHUACAN !

Crónica de Hechos y Revelaciones en La Eterna Ciudad del Sol.

Domingo 21 de marzo, 1993.

¡El Sagrado Caracol Suena en Los Cuatro Angulos del Mundo!

Un gran acontecimiento, un hecho para recordarse toda la vida, algo superior al gran eclipse del 11 de julio pasado nos iba a tocar vivir ese día domingo 21 de marzo. Y así fue. En el amanecer de ese luminoso día, al despuntar la claridad, al sonido del sagrado caracol, entre las nubes del cielo, entre las nubes de una radiante y divina aurora. Todos los allí reunidos, una multitud, vestidos de blanco, elevamos nuestras manos en señal de jubiloso saludo para celebrar la gloriosa venida del sol tan esperado. ¿Que estaba pasando en La Pirámide del Sol ese día? Verdaderamente nadie se imagina la cantidad de celebrantes, una impresionante multitud, y todos unidos por un solo y mismo motivo: ¡Celebrar la llegada de nuestro bendito Sol! al igual, como en el más remoto pasado. Se trataba de celebrar la llegada de un Sol anunciado, de un Sol profetizado en los códices prehispánicos: ¡El Sexto Sol!.

¡Salve al Sexto Sol!, Los tiempos de obscuridad universal habían terminado. un sello celestial era la confirmación de este acontecimiento, y se había dado con anticipación. De nueva cuenta el sol se había mostrado en el zenit, adornado con un arco iris a su alrededor. ¡Salve! a nuestro Nuevo Sol, el rey universal que resplandece en lo alto del cielo, por su luz la tierra se ilumina y todo cuanto en ella existe. Los tiempos de iluminación universal con el habían comenzado. ¡Gloria! a nuestro rey en el cielo y en la tierra, donde tiene de nuevo su trono. Así como fue su gloria en el pasado, así será su gloria en el presente y en el futuro. El Nuevo Sol se elevaba de entre las montañas majestuoso y las pirámides y todo el valle de Teotihuacan resplandecían con su luz, dando un silencioso testimonio del magno acontecimiento.

En medio del gran júbilo de la multitud una mujer Mexica de rango sacerdotal, ondeando una gran bandera tricolor nos enseñaba un canto que decía: "Del Sol vengo y al Sol voy, porque soy hijo del Sol". Fue tal la exaltación, la devoción y la entrega al sol de ese día domingo 21 de marzo, que algo excepcional y único nos ocurrió: Una experiencia que verdaderamente podríamos llamar trascendente ¡Una extraordinaria comunión con el Sol! una comunión y beatífica unidad, un éxtasis; entre cantos, entre lágrimas, sonidos de caracoles y címbalos; oraciones cristianas, hebreas, mexicas, lenguas arcaicas y mantras orientales. El Sol a su vez nos correspondía, llenándonos de una luz tan intensa que parecía venir de todo el universo. Hombres y astro fundidos y en comunicación: ¡Su intensísima luz nos transmitía conciencia y conocimiento! la nítida sensación de concebir (con mayúscula) al sol consciente, eterno y ¡vivo! ¡el Sol de la resurrección universal! ¡el Sol del supremo juicio! Luz, conciencia, eternidad y vida era el sol y todo el universo; El altar, el santísimo, la hostia, y el sol secreto de Fátima se nos revelaban en todo su misterio, al concebir vivo al sol y al recibir una nueva conciencia. La luminosísima experiencia se traducía en un magno y universal alumbramiento; como si fuéramos la matriz del sol ¡Lo estabamos pariendo vivo! la cristalina sensación de una luminosa e inmaculada concepción. El sol nos comunicaba conciencia y nos revelaba el supremo ser: Dios en nuestras entrañas y en nuestro entendimiento. El sol nos revelaba la gran síntesis, la síntesis del conocimiento universal, traducida en la palabra ¡Luz! El sol y todo el universo reducido y sintetizado en una sola palabra ¡luz! todo sintetizado en uno, todo sintetizado en Dios, todo sintetizado en luz, la palabra. Todo sintetizado en la concepción del supremo conocimiento y de la suprema unidad. Con la gran síntesis, el sol nos revelaba el misterio del uno, el misterio de la palabra que lo contiene todo y el misterio del nombre que lo contiene todo. De esta manera el sol mismo es la suprema síntesis ¡la síntesis celestial revelada! ¡Dios en el Sol! Dios en esa esfera, Dios en su propia síntesis celestial contenido; en su plenitud, en su ser, en su sagrado misterio y en su luminosa identidad. Identidad que a través de el Sol nos fue revelada. así, la identidad de su misterioso y eterno nombre es la misma. el y su nombre son idénticos, y el que es capaz de aprenderlo y entenderlo gana el gran privilegio de la directa comunicación con el: ¡"luz, yo soy, luz es mi eterno nombre, luz, si así se me llama, yo respondo"!

El ancestral y milenario misterio de Dios se aclaraba en Teotihuacan ¡en la refulgente cima de la pirámide del Sol! aquel domingo 21 de marzo de 1993.

En esta forma ¡El Sexto Sol! anunciado en los códices, y sucesor del quinto sol plasmado en el calendario azteca, resplandecía y alumbraba nuestro mundo plenamente, iluminando nuestro mundo exterior y de una manera extraordinaria nuestro mundo interior y espiritual. Mientras tanto, el Nuevo Sol que el mundo antiguo había anunciado y profetizado de muy diversas maneras continuaba su ascensión en el cielo de Teotihuacan consumándose como el gran acontecimiento y nosotros los allí reunidos, con las manos en alto y estáticos lo celebramos. Al fin, los nuevos tiempos, el tan esperado reino de la luz y de los cielos había llegado. La gran boda del cielo con la tierra se realizaba y simultáneamente el prolongado embarazo y los tremendos dolores de parto habían terminado: La tierra había dado a luz; el magno alumbramiento del nuevo sol se había producido de esa manera tan única, tan extraordinaria y tan luminosa. Al fin, la era dorada, la Era del Sol, ¡la edad de oro! consumada en la tierra sagrada de ¡Quetzalcóatl! ¡salve! a la dorada unidad del Sol alado (ave o quetzal) con la tierra serpentina (serpiente o cóatl).

La luz celestial y la suprema experiencia vivida ese celebre ¡Día del Sol! domingo 21 de marzo de 1993, en la ciudad sagrada de Teotihuacan, nos permitía comunicar todo esto con claridad y sencillez.

¡Luz! luz del cielo que ilumina y une al mundo y a las naciones.

¡Luz! luz de todos los tiempos, edades y generaciones.

¡Luz! luz de todas las oraciones, credos y religiones.

¡Luz! luz el alfa, luz el omega, luz la realidad ultima y primera.

¡Luz! la palabra perdida y la palabra encontrada.

¡Luz! el nombre, eso somos. La sabiduría.

¡Luz! luz de todos los santos, los ángeles y los arcángeles.

¡Luz! eso somos, gracias al bendito nombre, el santo de los santos que el Sol nos oculta y el Sol nos revela.

¡Luz! ¡al fin!, ¡así sea!.

¡Salve¡ al luminoso y nuevo mundo, el nuevo cielo y la nueva tierra, y a la nueva Jerusalén bajada del cielo, vestida de novia y de blanco puro, luminosa y radiante de sabiduría.

Génesis 32:30 "Jacob le preguntó al ángel:" dime por favor tu nombre. " ¿Para que preguntas por mi nombre?" y le bendijo allí mismo."

Apocalipsis 6:12 " cuando el cordero abrió el Sexto Sello..."

Texto del Maestro Ramón Thomassiny (LUZRA) publicado por el diario "El Sol de México", el domingo 21 de abril de 1993.

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Instructor universal. Firmado con el sello celestial, el círculo y el punto en el centro.

El Reino del Sol y El Nuevo Sol Milenario

De muy diferentes modos y maneras la venida del Nuevo Sol o su advenimiento era conocida en el mundo antiguo. quizá la forma mas cercana de interpretar este acontecimiento y la más accesible a nosotros era la llamada: "la venida del Señor" o "el día del Señor". Los escritos y libros más antiguos, incluso los códices de piedra, de ese mundo arcaico hablaban de este evento, pertenecientes a la religión primigenia y más antigua de la humanidad: La religión del Sol. La antiquísima religión de la luz o del fuego como primitivamente se le llamaba. Era al Dios Luz representado por el sol al que se le conocía con el nombre del "altísimo", (Teniendo en cuenta el medio día que es cuando el sol más alto se encuentra y mas luz emite.) Era el Sol, el "altísimo", el anunciado y el llamado Nuevo Sol por la religión primigenia.

La gloria y el esplendor con la que el Sol reinó en ese remoto pasado es evidente, sus colosales huellas de piedra explican porque era el anunciado y el esperado a restaurar ese reino y esa edad de oro; simbolizada con un disco de metal precioso plasmado en estelas y pinturas sobre piedra. Las palabras del antiguo testamento son precisas y alusivas a este reino: "reedificarán las ruinas antiguas, levantarán los lugares por siempre desolados" Isaías repite estas palabras en la cita misma para dar un mayor énfasis a lo que se esta profetizando: "restaurarán las ciudades en ruinas, los lugares devastados durante generaciones." Isaías 61:4.

Al Reino del Sol a la aurora de la humanidad, a la religión primigenia pertenecen los lugares por siempre desolados, los lugares como dice Isaías, devastados durante generaciones.

Cadena de Testimonios en Piedra

Al Reino del Sol milenario pertenecen las construcciones megalíticas, los círculos de piedra, las gigantescas planicies configuradas con enormes símbolos y los templos abiertos; Las grandes pirámides, los obeliscos y esfinges; Las obras monumentales de los gigantes de piedra, las estelas, los calendarios, los códices llenos de jeroglíficos; Las ciudades en ruinas, unas sobre montañas que tocan el cielo (Machu Pichu); Otras perdidas en los fondos de los océanos (Bimini, La Atlántida); Otras mas bajo montañas de tierra, o desenterradas y en proceso de salir a la superficie. Todas estas colosales huellas de piedra forman una descomunal cadena de testimonios que hablan de la universalidad, de la permanencia, del esplendor y de la religión primigenia. De la Religión del Sol que al Fín se levanta de la oscuridad de los tiempos ¡a clamar justicia!.. a que se le reconozca la paternidad de esa edad de oro, de la edad en la que reinó con tanto esplendor. Paternidad que con igual clamor y justicia reclama sobre las religiones derivadas y arrancadas de su seno; este clamor que se escucha desde el principio del mundo, desde la primera aurora de la humanidad, se traduce en un enorme juicio universal y relámpago, que sin premura otorga su veredicto en favor de la restauración del Reino del Sol milenario. Esto significa que la hora tan esperada, la hora del Padre de los Orígenes, de las raíces y de los fundamentos de la tierra ha llegado y esta sonando para las religiones que se desprendieron de su fuente de luz. Las religiones que se fueron transformando, modificando y alterando hasta volverse irreconocibles.

Esta transformación obedeció a los tiempos a las circunstancias y a las diferentes culturas que actuaron como filtros; A los diferentes modos y creencias adquiridas en este largo e inmemorial proceso de desarraigo. Sin embargo, una misteriosa unidad permaneció en el fondo de estas, que se explica en virtud de sus orígenes, de sus raíces y de su fuente : ¡la luz ! en efecto el Sol las ha mantenido conectadas por un misterioso y sutil hilo de luz : la luz que todos reclaman como propia envolviéndola en formas particulares, decorados, narraciones y nombres correspondientes a su momento y a su ciclo histórico. Un "hilo de luz" que ni el tiempo ni las condiciones más adversas pudieron cortar y es este mismo "hilo de luz" que al no cortarse las comunica de nuevo con su fuente, y con su luminoso destino : El Nuevo Sol, que en su presente actual y magno alumbramiento las despierta de su largo sueño y las recoge para fundirlas con su luz haciendo de todas una sola y única como en el principio del tiempo y del mundo.

Todo lo expresado aquí pertenece a la extraordinaria luz del Sexto Sol, a la luz del Nuevo Sol que recibimos el domingo 21 de marzo de 1993 en la eterna ciudad del sol Teotihuacan. Una luz que nos llegó de la aurora del Nuevo Mundo, del mundo del "Sexto Sol de Quetzalcóatl" como la tradición mexica lo señala. Tradición que pertenece a la Religión del Sol primigenia y milenaria, y que podemos explicarnos mejor si atendemos al calendario azteca o calendario del Sol, en el que están plasmados cinco soles y cinco mundos que aparecen y desaparecen sucesivamente. Soles y mundos que se presentan cíclica y excepcionalmente abarcando entre uno y otro una enormidad de tiempo.

Por ello y dejando a un lado la cronología que se maneja en el estudio de la gran tradición azteca, respecto de su calendario de piedra y de los cinco soles anteriores, lo profundo y lo trascendente es entender que "el Sexto Sol" es un Nuevo Sol y como tal su luminosidad es extraordinaria y superior a la del sol anterior o "quinto sol" (sol oscurecido por el tiempo capaz de alumbrar únicamente al mundo físico). El Nuevo Sol entonces, por su misma excepcional luminosidad alumbra el mundo físico y además alumbra el mundo espiritual ; el mundo exterior y el mundo interior del hombre. Su luminosidad es capaz de alumbrar los dos mundos y fundirlos. Expresado de otra manera diríamos : que el mundo espiritual y el mundo físico se fusionan y hacen uno en esa luminosidad que el Nuevo Sol les comunica. Tratado esto en el lenguaje de la revelación o el pentecostés podría describirse como un relámpago que cae del cielo y que con gran estruendo hace impacto en el centro de la conciencia humana o física y Dios ocultó en ella y a la vez impenetrable y desconocido, se muestra sin velo en la luz de la conciencia impactada, y en esa luminosidad en la que queda disuelta la conciencia física, el sol físico y el universo físico. Dando lugar a lo que podríamos llamar "una creación nueva y simultanea", un nuevo ser, un nuevo universo, un Nuevo Sol y una nueva conciencia. Una conciencia de otro orden: Radiante, celestial, luminosa, omnipresente, omnipenetrante, omnisapiente y unificada, la cual equivale a un magno alumbramiento, a una magna concepción y a un magno ser que es Dios mismo, el Uno consciente. Resumiendo: La luminosidad del "Sexto Sol" permite que la luz encarne y que Dios se haga hombre, consciente y viviente ; hombre con ojos para ver el sol, para ver la luz y para ver a ¡Dios-Padre-vivo ! asumiendo el lenguaje de la creación podemos decir que es Dios vivo, el creador de cielos y tierra, el padre mismo el que proclama su día y su era luminosa, revelándola y manifestándola al fin en la suprema luminosidad que el "Sexto Sol" comunica. Luminosidad en la que hemos quedado fundidos, y en la que hemos escuchado su voz como un soplo de luz expresando: ¡"Hágase la luz y de ella surja de nuevo el mundo, el sol, las estrellas y el hombre"! Lo que quiere decir que estamos en el inicio de "una nueva creación" , en donde la luz contiene al mundo, un mundo nuevo luminoso y angélico que emerge de la luz y del que estamos naciendo de nuevo y naciendo a la luz o de la luz. Lo que quiere decir "resucitados", porque somos conscientes de la luz, de la luz de donde venimos y de la luz que somos y de la luz que es Dios mismo, luz consciente ; que ahora adquiere la suprema dimensión en relación al mundo, a las cosas y a todo. Luz que ya podemos ver y comunicar y que al estar fundidos en ella nos permite ver a Dios y al sol directamente, o en "luminosa unidad". En otras palabras hemos despertado a la luz de Dios y simultáneamente hemos despertado a la luz del Sol y al despertar nos hemos hecho conscientes del Sol mismo, es decir de su divinidad. Nos preguntamos entonces, ¿cuanto tiempo los seres humanos hemos estado inconscientes , dormidos o muertos a la luz del sol y ciegos al sol que es Dios mismo, o su "ángel", o su representante vivo sobre la tierra ?

MEXICO

LA CLAVE PARA ENTENDER EL ANTIGUO MUNDO

Como ya hemos apuntado es Teotihuacan, la llamada a convertirse en el centro y en el corazón del nuevo mundo. Y por lo tanto, México es la clave para entender el mundo antiguo, la razón es que México posee los libros de piedra, es decir, los códices que hablan directamente de la religión primigenia o Religión del Sol.

Siendo el Calendario Azteca o piedra del sol el mas importante, pues nos esta hablando de las diferentes edades de los diferentes mundos todavía señalados, con el sol. Lo cual nos indica que es en este códice y en el Sol en donde podemos desatar el nudo del tiempo, el cúmulo de memorias enterradas y salir del laberinto oscuro de la historia, de la encrucijada de civilizaciones interrumpidas y de culturas fragmentadas, y que sin embargo, como en el caso de las religiones conservan una unidad de fondo y un hilo luminoso que las conecta. Para ello, debemos empezar por aceptar, y poner toda nuestra atención en la importancia trascendental que el Sol tiene para nuestro mundo.

Advirtiendo que todo lo que hasta este momento se pueda decir acerca del Sol, trátese de la ciencia o de la historia no es nada, o simplemente es muy poco en relación a lo que no se ha dicho, a lo que se oculta o a lo que definitivamente se desconoce.

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